Sistema ABA – Bajo el Sistema ABA, Hitler nunca hubiera llegado al poder.

Bajo el Sistema ABA, los administradores o los Cincinatos son personas ejemplares, llenas de virtudes, que tienen la salud perfecta, no como un loco delirante, lleno de enfermedades que fue Hitler.

 

A good number of research works have indicated that Hitler suffered from various ailments like irritable bowel syndrome, skin lesions, cardiac dysrhythmia, coronary arterial disease, syphilis, borderline personality disorder, amphetamine addiction, and importantly, Parkinson’s disease.

https://www.abc.es/historia/abci-informe-psiquiatrico-hitler-ocultado-holocausto-anticipo-suicidaria-201903180116_noticia.html

Según su diagnóstico Hitler sufría histeria, neurosis, esquizofrenia y paranoia, entre otras cosas. Era un tipo incapaz de aceptar una broma y se comportaba como un criminal compulsivo. «Es una persona rencorosa y vengativa, poco tolerante con las críticas y con tendencia a menospreciar a las personas», aseguraba el documento, que añadía otras interpretaciones como que «tenía una gran confianza en sí mismo y era altamente perseverante frente a la derrota».

Quizá fue este último dato el que le llevó al psiquiatra a asegurar que el «Führer» tenía amplias probabilidades de suicidarse si perdía la guerra. «Presenta una poderosa compulsión a sacrificarse a sí mismo y a toda Alemania, a morir, empujando a toda Europa con él hacia el abismo», decía. E incluso detallaba que la forma de llevarlo a cabo podía ser un disparo en la cabeza. Y así ocurrió el 30 de abril de 1945, con la guerra ya perdida, en el búnker de la Cancillería del Reich en Berlín. El líder nazi y su amante, Eva Braun , mordieron una cápsula de cianuro cada uno. A él también le dio tiempo a dispararse en la sien con su Walther PPK y un retrato de su madre en el regazo. A ella, no. Los efectos del veneno fueron fulminantes.

MacCurdy, determinó que el mandatario nazi había desarrollado un «complejo de mesías» y que su antisemitismo crecía conforme veía avecinarse su derrota en la contienda. «Cayó en una red de delirios religiosos», podía leerse en el documento, según contaba la BBC en 2012.

Durante su vida, y también mucho más allá de su muerte, Hitler ha sido asociado una y otra vez con trastornos mentales como histeria, psicopatía, megalomanía y esquizofrenia paranoide.

¿Un homosexual reprimido?

A pesar de los aciertos, como es el caso del suicidio, Murray jamás intercambió una sola palabra con el «Führer», razón principal por la que han asegurado que su informe está lleno de malas interpretaciones y prejuicios. De hecho, también establecía que el líder nazi, vegetariano y amante de los perros, era un soñador romántico que gustaba de pintar ruinas de castillos y templos, que se consideraba un héroe y autor de su propia historia épica, y que la raíz de todo su carácter violento procedía de los abusos y humillaciones que sufrió cuando era niño por parte de su padre.

De hecho, explicaba que como joven soldado en la Primera Guerra Mundial, el «Führer» fue «irritantemente servil» hacia sus superiores. Esa desesperada repugnancia que le producían su debilidad sumisa y el impacto humillante de las palizas de su progenitor podrían ser en parte la causa de la «Solución Final» y los asesinatos en masa que se estaban llevando a cabo. Y añadía, además, que tenía graves problemas de identidad sexual. En concreto, aseguraba, que era un masoquista pasivo con tendencias homosexuales reprimidas.

La enfermedad de Parkinson de Adolf Hitler y su influencia en el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial.

 

De Adolf Hitler se sabe que invadió Europa, asesinó a millones de personas y que ejerció un liderazgo de hierro en Alemania. ¿Por qué se comportaba así?

Los informes psicológicos de la CIA citados por David Owen hablan de que «sufría histeria, paranoia, esquizofrenia, tendencias edípicas», así como sifilofobia (miedo a contaminación de la sangre). Concluyeron que Hitler era «un psicópata neurótico».

En sus últimos días perdió el contacto con la realidad, defiende Owen. Hitler estaba muy disminuido físicamente, comenzó a asediarle el Parkinson e incluso consumió cocaína durante el asedio a su búnker.

Adolf Hitler padeció, muy probablemente, una enfermedad de Parkinson. Los primeros síntomas de la misma se comienzan a apreciar en 1937/1938. Es probable que su aparición, y el temor que le provoca acerca de su supervivencia, lleve a Hitler a adelantar sus proyectos iniciales de expansión militar de la gran Alemania a partir de 1943. Así, la Segunda Guerra Mundial, se desencadena en 1939, quizá bastante antes del momento en el que Alemania estaría bien preparada. El tratamiento crónico llevado a cabo con opiáceos, cocaína, anfetaminas y estricnina, puede muy bien estar relacionado con un muy anómalo juicio de los problemas y ausencia de confianza en los consejos de su equipo. Con ello tomaría decisiones militares que terminarían siendo funestas para sus intereses, y que a partir de 1942 conducirían a un cambio en el curso de la guerra.

Los trastornos mentales también acosaron al dictador soviético Joseph Stalin.

El libro describe cómo su rasgo más característico era la paranoia. Algo que se acrecentó en el poder y que impulsó parte de sus purgas.

Como muestra, un macabro botón. Cuentan que hizo fusilar a uno de sus guardias personales al enterarse de que éste había pedido que arreglasen sus botas para que no le crujieran al andar. ¿Cómo enterarme de si se me acerca por detrás para matarme?, hubo de pensar Stalin.

Esa desconfianza demencial le llevó a purgar a sus médicos cuando le diagnosticaron arterioesclerosis. Despedía a aquellos que le recomendaban relegar sus funciones o, incluso, ejecutó a alguno.

Básicamente es una sintomatología que incluye estados de euforia, irritabilidad, poco sueño, exceso de autoconfianza, negación de la realidad, distracción y otros que acaban haciendo que gobiernen sin atender ningún consejo y de una forma narcisista.

Como ejemplos contemporáneos ponen a George Bush junior y Tony Blair en los preparativos de la guerra de Irak.

El propio Davidson sostiene en sus estudios que el 75% de los primer ministros británicos desde 1700 han tenido algún tipo de trastorno mental de diversa gravedad.

Tanto es así que hay psicólogos que opinan que los políticos deberían someterse a test psicológicos periódicamente. Posiblemente, muchos ciudadanos estén de acuerdo con ellos.

Asimismo, el médico forense ha comentado que el hombre que convirtió en ruinas Europa había tenido muy mala salud. Los fragmentos de mandíbula –cotejada por Charlier y su equipo con varias radiografías dentales del político de 1944– muestran, por ejemplo, que la dentadura de Hitler daba asquito.

De hecho, solo le quedaban cuatro piezas dentales originales, y el resto habían sido cubiertas o reemplazadas, debido a su vegetarianismo (no revelaron restos de carne), su adicción a los medicamentos y las regurgitaciones ácidas que sufría. Es más, el patólogo forense Mark Benecke señaló en su día que la caries dental y la enfermedad de las encías eran probablemente las responsables del notorio mal aliento del canciller.

Se ha comentado que padecía
de síntomas de sífilis terciaria, pero la mayoría de los historiadores concuerdan actualmente en que padecía de un
parkinsonismo avanzado como principal enfermedad. Además, desde finales de 1943 muchos de sus allegados comenta-
ron sobre una «inflamación ocular crónica» de origen indeterminado que se trataba con gotas de cocaína tópica (común
en la época). Dicho tratamiento se ha especulado pudiera haber sido la causante de muchos de sus arranques de ira y
determinante en su conducta errática en la toma de decisiones trascendentales hacia el final una guerra que costó la vida
de más de 50 millones de personas y cambió el curso de la historia.

¿Qué papel pudo haber jugado, en los tres años previos al
fin de la guerra, la medicación con cocaína tópica en la per-
sonalidad del führer? Es sabido que los estimulantes, aun
administrados tópicamente, pueden llegar a producir esta-
dos patológicos de euforia, psicosis, etc. En su libro sobre el
III Reich, Michael Burleigh describe a Hitler en los últimos
días de la guerra como «una ruina humana farfullante, llena
por lo demás de mórbidas fantasías adolescentes de muerte
y destrucción» (3).

From the 1930s Hitler suffered from stomach pains. In 1936 a non-cancerous polyp was removed from his throat. Hitler also developed eczema on his legs. Some doctors dismiss Hitler’s ailments as hypochondria, pointing out the apparently drastic decline of Hitler’s health as Germany began losing World War II.

Leer el libro «La revancha de los poderosos» para entender todas las formas cómo los poderosos utilizan para quedarse en el poder, hacerse consciente de esto, y hacer a las masas conscientes de eso para evitar que el poder se acumule en una persona.